Extraído de la página oficial de la República, Martes, 27 de octubre, 2009
El pasado domingo se jugaron tres definiciones sobre el futuro del país. Una de ellas estuvo constituida por las elecciones nacionales para elegir Presidente de la República, que pasaron a cuarto intermedio hasta el último domingo de noviembre. Las otras dos correspondieron a dos plebiscitos. Uno para derogar la Ley de Caducidad y otra para establecer el voto epistolar (el sufragio de los uruguayos que viven en el exterior). Ninguna de las dos prosperó.Cada ciudadano tuvo distintos tipos de identificación con las votaciones, pero creemos que todos entendimos, los que estuvieron a favor o en contra, que la anulación de la Ley de Caducidad o de impunidad es la que tenía un fuerte contenido ideológico, cultural y afectivo.Por el lado de lo afectivo, la papeleta rosada del SI (anulación de la ley de impunidad) tuvo en la campaña preelectoral un profundo respeto por la ciudadanía, lo que no quiso decir que todos los uruguayos estuvieran dispuestos a votarla. La vida demostró que no hubo mayoría.Pero el domingo en la noche, en la Plaza Matriz, frente a la sede del Directorio del Partido Nacional, pudimos ver por televisión a centenares de militantes blancos aplaudiendo al borde de la euforia porque la ley de impunidad no había sido anulada.Ese simple gesto nos dolió a todos como uruguayos. No sabemos por qué surgieron esos aplausos. No sabemos qué valores defendían. No entendemos si se habían olvidado de Héctor Gutiérrez Ruiz o de la mamá de Luis Alberto Heber, asesinados por la dictadura. No sabemos, no sabemos, no sabemos...Se podía estar contra la anulación de la Ley, pero no se podía festejar porque esa anulación que contenía una profunda filosofía de justicia había sido negada por la mayoría del pueblo, que por ser mayoría tiene que ser respetada.Ese festejo tuvo mucho de primitivo, de bajeza intelectual y espiritual, que despreció a los muertos, pero mucho más despreció a los vivos, a los familiares, a los hijos de los muertos, desaparecidos y torturados.Fue, en pocas palabras, un acto inhumano, casi como si la multitud aplaudiera a la muerte provocada por los violadores de los derechos humanos.Los promotores de la anulación de la Ley de Caducidad perdimos una gran batalla, pero la historia buscará los espacios necesarios para que dentro de la legalidad y la lucha política la sociedad uruguaya se apreste a recuperar nuevamente la verdad y la justicia.El último domingo de noviembre los "rosados" tenemos otra oportunidad y es votar al Frente Amplio para que siga siendo gobierno y se continúe abriendo espacios de justicia, como hizo Tabaré Vázquez. En eso estamos. El fin de la impunidad y el voto epistolar van en las alforjas del gobierno de Pepe Mujica.
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