De no haber aprobado el gobierno programas de ayuda para sostener a la banca y la industria, se habría ingresado en una gran depresión
JORGE REBELLA
No tengo duda que el gobierno estadounidense tratará de reducir la liquidez actual y retraer sus funciones -como es el caso de la intervención en la actividad bancaria y en la industria automotriz- una vez que comience a reactivarse la economía en forma sostenida, dijo Graciana del Castillo, Ph.D en economía, experta en países en crisis, tanto financieras como de países que salen de conflictos y necesitan reconstruir sus economías. Se enfocó en esta temática cuando era la economista principal del gabinete del Secretario General de la ONU, Boutros-Ghali, a principio de los años noventa y luego siguió trabajando en países en crisis desde el FMI, S&P y empresas consultoras internacionales. A continuación se publica un resumen de la entrevista con ECONOMIA & MERCADO.
-Los recientes repuntes de algunas cotizaciones bursátiles han llevado a muchos analistas a pensar que lo peor de la crisis financiera global ya pasó. ¿Coincide con esa apreciación?
-Hay un cierto consenso entre los analistas de que ya pasó lo peor de la crisis financiera en sí, aunque todavía existe gran preocupación con respecto a la situación de algunos bancos de Estados Unidos y Europa. Además, no se vislumbra con claridad cómo va a evolucionar el sector real de la economía estadounidense, es decir, el sector productivo.
-¿A qué atribuye esa incertidumbre en las perspectivas económicas?
-El consumidor, que ha sido por mucho tiempo el motor principal de la economía de Estados Unidos y, por ende, del mundo, está hoy sumamente endeudado. También está muy afectado por lo que se llama "factor riqueza", especialmente por la caída del precio de las viviendas -la casa propia es parte del "sueño americano"- y por el derrumbe de las bolsas, en donde tiene invertidos gran parte de sus ahorros. Debido a las burbujas en esos mercados, los valores inmobiliarios y los bursátiles se habían apreciado mucho en los últimos años, lo que hacía que el consumidor se sintiera muy rico y gastara con liberalidad. Pero ahora tiene que pagar hipotecas -por montos que a menudo no se justifican dado el valor fuertemente reducido de las viviendas-, pagar deudas y volver a equilibrar su presupuesto personal. Para eso, deberá ahorrar más y consumir menos.
-¿Cómo cree que reaccionará el consumidor estadounidense ante ese ajuste?
-Eso es lo que está por verse. Si el consumidor continúa con problemas económicos, puede dejar de pagar algunas de sus deudas, lo cual afectaría a algunos bancos. Estos también podrían verse perjudicados por el gran exceso de oferta de locales comerciales. En otras palabras, todavía puede producirse un nuevo impacto negativo del sector real sobre el sector financiero.
Incentivos
-¿Se puede hablar de una sola crisis o, en realidad, hay varias crisis en Estados Unidos?
-Todo empezó con una crisis del sector financiero por el colapso de Lehman Brothers y el derrumbe de las Bolsas, que luego se trasladó al sector real de la economía. Esta última ha sido bastante bien manejada desde que asumió el presidente Obama al crear programas de estímulo económico que evitaron una recesión más profunda. De no haberlo hecho, la caída de la actividad económica hubiera sido brutal.
-¿Es sostenible esa reactivación fomentada desde el gobierno estadounidense?
-Eso dependerá de lo que pase con el consumidor y cómo afecte a los bancos. Si los problemas del sector real se trasladan al sector financiero, eso afectará la capacidad de la banca para reanudar la intermediación financiera. Por esta razón, no sería de extrañar que el sector real necesite un nuevo paquete de estímulos.
-Si se concretara la aprobación de otro programa de incentivos a las empresas, ¿en qué situación van a quedar las arcas del gobierno de Estados Unidos, cuando ya se aprobaron US$ 700.000 millones para el programa de reconstrucción de la banca y US$ 787.000 millones para el paquete de estímulo?
-Si el gobierno estadounidense no hubiera dispuesto de esos programas de ayuda para sostener a los bancos y al sector productivo, la economía habría ingresado en una depresión, quizás, tan grande como la de la década del treinta. Sin embargo, todo ese apoyo financiero podría no ser suficiente y, como dije anteriormente, es probable que haya que estimular más. El problema es que este año habrá un déficit fiscal de US$ 1,8 billones.
Déficit fiscal
-Ese nivel de déficit fiscal es terrible…
-Lo mismo opinan los políticos republicanos, pero no dicen que el gobierno de Clinton dejó un superávit fiscal de US$ 90.000 millones en el último año de su mandato (2000) y que a partir del año 2003, cuando comenzó la guerra de Irak, hasta el 2008, el gobierno de George W. Bush tuvo un déficit presupuestario que promedió los US$ 500.000 millones anuales. Mucha gente cree que ese dinero se destinó a la reconstrucción económica de Irak y Afganistán, pero el 94% de ese gasto fue al Ministerio de Defensa para costear las operaciones militares en esos países. Además, la deuda del Tesoro estadounidense superó los US$ 10 billones a fines del 2008 cuando terminaba la administración Bush, es decir antes de las medidas de estímulo fiscal. Hoy llega casi a los US$ 12 billones.
-¿Cuáles son las perspectivas de las cuentas fiscales de Estados Unidos?
-Se estima que en los próximos diez años habrá un déficit acumulado de US$ 9 billones, lo cual indica que la situación fiscal de Estados Unidos es muy complicada. Sin embargo, peor sería que la economía estadounidense hubiera ingresado en un período de depresión.
-Considerando que los planes anticrisis están llevando a una expansión desmesurada del déficit fiscal, ¿no estamos ante una nueva burbuja, pero ahora generada por el Estado?
-No se pueden aplicar las políticas habituales para salir de las crisis, especialmente de una crisis de las dimensiones como la que hoy afronta el gobierno de Estados Unidos. Durante las crisis muchas veces se requieren políticas que son distorsionantes porque pueden crear problemas en el largo plazo, pero no hay otra alternativa que aplicarlas. La administración Obama está tomando medidas muy necesarias que pueden tener efectos secundarios negativos, pero habrá que lidiar con esas consecuencias recién cuando se salga de este período crítico.
-¿Cuáles serán esas consecuencias negativas?
-Me refiero básicamente a la expansión de la liquidez y al crecimiento del rol del Estado. No tengo duda que el gobierno estadounidense tratará de reducir esa liquidez y retraer sus funciones -como es el caso de la intervención en la actividad bancaria y en la industria automotriz- una vez que comience a reactivarse la economía en forma sostenida. Si, por lo contrario, la Reserva Federal no retirase el exceso de dinero que está hoy circulando a raíz de las políticas monetaria y fiscal expansivas, seguramente se llegaría a una situación de inflación y de devaluación del dólar de proporciones trágicas que generaría una nueva crisis.
-El precio de la onza de oro acaba de superar la barrera sicológica de los US 1.000. ¿Cómo vislumbra que evolucione el valor del dólar en el mediano plazo?
-Por un lado, me sorprende que el oro no se haya apreciado más debido a la gran incertidumbre que se ha generado con esta severa crisis económica-financiera. Por otro, el valor del dólar no se desplomó como podía haber pasado. En parte es que no hay grandes posibilidades de que los inversores apuesten por otras monedas fuertes dada la complejidad y dificultades que enfrentan los países de Europa y Japón. Todavía no es clara la sostenibilidad de la reactivación en Japón y la situación de las economías de los países de la Eurozona es muy disímil. Mientras que la actividad económica se está reactivando en Alemania y Francia, otros países miembros como, por ejemplo, El Reino Unido, España e Italia siguen sin poder salir de la recesión. Además, la banca europea está seriamente comprometida luego de haberle concedido importantes créditos a los países de Europa del Este, que atraviesan una situación muy difícil.
Reserva Federal
-¿Existen nuevos enfoques en la teoría económica como resultado de la falta de previsibilidad de esta gran crisis financiera?
-Sí. Los bancos de inversión y otras entidades financieras usaban modelos para valuar los activos financieros basados en expectativas racionales donde los agentes económicos reaccionan como si tuvieran toda la información necesaria para tomar decisiones, es decir, donde no hay incertidumbre. Al mismo tiempo, desde la época de Greenspan, la política de la Reserva Federal, -que es el banco central de Estados Unidos- era de no intervenir cuando se creaban "burbujas," y sólo intervenir una vez que esas burbujas estallaban. Uno de los objetivos del Centro sobre Capitalismo y Sociedad de la Universidad de Columbia es revisar la teoría económica en estos aspectos. Edmund Phelps, Roman Frydman y otros miembros de nuestro Centro han sido críticos por años de los modelos de expectativas racionales que estuvieron en el epicentro de la actual crisis financiera. También muchos de nosotros hemos criticado al modelo de "laissez-faire", según el cual los mercados funcionan mejor sin ningún tipo de intervención estatal.
-También se discuten las funciones de la Reserva Federal, ¿no es así?
-Sí, el debate radica en si los objetivos son correctos y si corresponde otorgarle o no más funciones en el área de regulación y supervisión. En muchos países -como, por ejemplo, el Reino Unido- el único objetivo del Banco de Inglaterra era la estabilización de precios. Aunque el objetivo principal de la Reserva Federal es estabilizar los precios "dentro de un contexto de crecimiento", ambos bancos centrales reaccionaron fuertemente a la crisis, adoptando medidas totalmente fuera de lo normal para estas instituciones. La Reserva Federal, por ejemplo, tomó medidas por primera vez para apuntalar empresas con serios problemas de financiamiento, para rescatar bancos de inversión, para comprar bonos del Tesoro, etc. Nada de esto se había hecho antes. También se está debatiendo si conviene otorgarle más poderes a la Reserva Federal para que supervise y regule no sólo a los bancos comerciales -como lo ha hecho hasta ahora- sino que también incluya a los bancos de inversión, los hedge funds, etc. o, si por el contrario, sería mejor crear un ente regulador por fuera de dicho organismo.
Para construir una sociedad más inclusiva hay que mejorar el salario real
-¿Cuáles son las características de la crisis en Estados Unidos?
-Se destacan tres grandes problemas: la pérdida de dinamismo económico, la falta de inclusión económica de la población dado el alto desempleo y la baja remuneración de muchos sectores de la población, y la incertidumbre en materia regulatoria a raíz de la crisis financiera.
-¿Cuáles son las perspectivas de la economía estadounidense?
-Mientras algunas economías europeas -entre otras, las de Alemania y Francia- han comenzado a recuperarse, no es previsible que la actividad económica de Estados Unidos se reactive significativamente, por lo menos, hasta fines de este año. Lo que más preocupa es que el empleo siga cayendo. A pesar de que hay más de nueve millones de personas trabajando a tiempo parcial y que más de dos millones se han salido del mercado laboral por falta de expectativas de encontrar trabajo, el desempleo llegó casi al 10% en agosto, luego de que aproximadamente medio millón de estadounidenses se quedaron sin empleo el mes pasado. Es posible que la caída continúe en el corto plazo, aunque se espera que a tasas menores. Actualmente hay quince millones de desempleados, de los cuales la mitad perdió su trabajo a partir de diciembre del 2007. Esto es particularmente grave en un país que no está acostumbrado a una alta tasa de desocupación. Además, la crisis va a empeorar el dinamismo y la inclusión económica en ese país.
-¿En qué sentido se van a ver afectados esos factores esenciales para el éxito del capitalismo norteamericano?
-El dinamismo de dicha economía se debía a su capacidad de generar empresas innovadoras que gratifican, estimulan y aumentan la productividad y, por lo tanto, los salarios reales del trabajador. Para esto se necesita capital de riesgo dispuesto a financiar dicha innovación. La capacidad de financiamiento se empezó a perder a medida de que el sistema financiero creció en forma desmesurada a través del crédito para adquirir bienes inmuebles, en gran parte de carácter especulativo, disminuyendo de esta manera su capacidad de financiar al sector empresarial. Ahora, los mecanismos regulatorios, que se han adoptado o están en discusión, pueden hacer que sea más difícil aún atraer capital de riesgo para desarrollar la innovación.
-¿Cómo se va a atacar el problema de la inclusión económica?
-El sistema capitalista es por naturaleza dinámico, pero tiende a generar períodos de crisis en los que excluye a una parte importante de la población. La gran interrogante actual es cómo se logrará no sólo reactivar la economía en forma dinámica, sino también construir una sociedad más inclusiva. Para eso, hay que pensar en cómo mejorar el salario real. El Prof. Edmund Phelps, Premio Nobel de Economía (2006), que dirige el Centro sobre Capitalismo y Sociedad de la Universidad de Columbia, propone que el gobierno dé subsidios directamente a las empresas a efectos de que capaciten a los trabajadores que han quedado desempleados en sectores, como el automotriz, durante esta crisis. La idea es que una vez calificados, las empresas los retengan o los envíen con una mejor formación al mercado laboral. Eso es lo que ha hecho Singapur con gran éxito para lidiar con los efectos de la crisis. Los programas públicos de capacitación empresarial que se han creado en varios países no han dado buenos resultados ya que a menudo el trabajador llega al mercado con calificaciones para las cuales no hay demanda.
Preocupa a los inversores extranjeros la pérdida de competitividad de Uruguay
-¿Cómo ven a Uruguay los inversores internacionales?
-Desde el exterior se percibe a Uruguay como un país serio y con baja corrupción. Esto lo corrobora el índice de percepción de la corrupción donde, en un ranking de 180 países, comparte el 23º lugar con Chile y Francia. Sin duda es una posición mucho mejor que la de otros países de la región y ligeramente peor que la de Estados Unidos que ocupa el lugar 18º.
Asimismo, se considera que es muy positivo que los tres grandes partidos en Uruguay hayan estado en el gobierno y que sus respectivas administraciones, más allá de aciertos y errores, hayan tenido logros razonables. Mientras que en Argentina la intranquilidad de los inversores radica en la situación política y en los altos índices de corrupción, la preocupación con respecto a nuestro país es principalmente sobre aspectos económicos.
-¿Qué es lo que más preocupa de la economía uruguaya?
-En particular, lo que sí le preocupa a cualquier inversor es la pérdida de competitividad de Uruguay debido a que los salarios son altos medidos en dólares en comparación a países con los cuales compite comercialmente, los costos de energía son mayores que en el resto de la región, la carga tributaria representa un peso considerable, la conflictividad laboral es recurrente y el clima de negocios desalienta la inversión debido a las trabas burocráticas. Me sorprendió que el 9 de septiembre buena parte de la prensa nacional señalara como un logro importante que Uruguay fue el país que más avanzó en competitividad en la región por haber pasado del lugar 75º al 65º. En realidad, ocupar ese puesto en un ranking de 132 países es bastante patético para una nación de ingresos altos y buena educación en comparación con otros países en desarrollo. Además, estaba en el lugar 54º de 125 países en el año 2005. Al incluir nuevos países en la muestra, muchos de ellos en África, Uruguay debería haber ido mejorando su posición, no empeorándola.
-¿Por qué considera que los costos salariales son elevados si el valor de los salarios medidos en dólares es varias veces más bajo que en cualquier país del Primer Mundo?
-Los costos salariales son altos en dólares, en parte por la apreciación del peso desde la devaluación de 2002. Pero el salario real está ligado a la productividad. Por ejemplo, los salarios son altos en Estados Unidos porque la productividad también es alta. En cambio, el nivel de productividad de la mano de obra uruguaya es considerado bajo, lo que puede atribuirse a factores culturales y también a la falta de incentivos. A pesar de esa situación, aun los trabajadores uruguayos que tienen empleos de tiempo completo reciban remuneraciones que no les permiten cubrir sus gastos básicos a fin de mes.
-¿Cómo se podría mejorar esa situación?
-Las empresas y los sindicatos deberían negociar acuerdos para un mayor rendimiento laboral que se traduzca en mejores salarios reales y que sea beneficioso para ambas partes. En muchos países, se han suscrito convenios muy exitosos que fomentan la motivación de los trabajadores. Hasta ahora no he escuchado a ningún candidato con una propuesta de cómo incentivar al trabajador, mejorar los salarios reales, que en muchos casos no alcanzan para tener un nivel de vida digna, y asegurarse que las empresas inviertan al aumentar la productividad laboral. Incluso me sorprende la poca discusión sobre temas económicos en la campaña electoral. Sacar fantasmas del pasado no ayuda al país a enfrentar el futuro. Por el contrario, eso hace que los jóvenes sigan con la expectativa de buscar empleo en el exterior.
Ficha técnica
Graciana del Castillo, uruguaya, se doctoró en economía internacional en la Universidad de Columbia (Estados Unidos). Actualmente es investigadora principal y subdirectora del Centro sobre Capitalismo y Sociedad de la Universidad de Columbia, con sede en Nueva York, que dirige Edmund S. Phelps, Premio Nobel de Economía 2006. Es socia fundadora de la firma de consultoría internacional Macroeconomic Advisory Group (MAG) y directora del Centennial Group Latin America. A fines de 2008 la editorial Oxford University Press publicó su libro titulado "Reconstrucción en Países que Salen de Conflictos".
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