La Economía como su nombre lo indica, se refiere a la administración de los bienes de un individuo, familia, corporación, etc., entre tantos otros conceptos también válidos como la buena administración del tiempo y de otras cosas inmateriales, o cuando se refiere al ahorro de dinero, y por extensión al ahorro de trabajo, tiempo, etc.
Pero me inclino por la primera porque es la que apunta directamente al individuo, en referencia al uso de los recursos de que posee para poder administrarlos de la mejor manera posible, y hacer frente así, a los gastos necesarios tanto para desarrollar su actividad, como para cubrir sus necesidades más inmediatas, producto de un conjunto de preceptos sobre el mejor uso que puede hacerse de los productos destinados al consumo inmediato, privado o familiar, como también a la coordinación de las iniciativas según un plan establecido por una autoridad económica, que define las variables que van a inferir en el mercado, sin que el individuo como persona pueda influenciar, y solamente deberá someterse o sentirse obligado a respetar las reglas que la economía impone y deberá cumplir en forma indefectible, esté de acuerdo o no.
Los movimientos de la economía, ya sea doméstica, política, dirigida, de bienestar o como sea, son trasladados de una forma invisible desde los más altos estamentos hasta el simple individuo, pasando por todo tipos de instituciones públicas, privadas, corporaciones, sociedades, etc, desgranando todas las variables que has sido dispuestas desde el Ministerio de Economía del gobierno de turno, y aún más allá, sujeta a una economía globalizada que rige los destinos de la humanidad.
De acuerdo a esto, vemos que el individuo recibe, sin elección, una serie de preceptos que desconoce, pero que tiene que cumplirlos, porque los movimientos económicos domésticos y cotidianos, atados a una más compleja gama de variables micro o macroeconómicas, según estén dirigidas a un sector o a toda la economía en general, influencian en su desarrollo y manejo social, y él debe adaptarse y manejarse de acuerdo a ellos.
En este plano, vemos que los individuos y la sociedad en general, se va adaptando a la economía política (ciencia que estudia las leyes de producción y distribución de bienes que satisfacen las necesidades humanas) de turno, algunas veces dirigida, en las que las iniciativas económicas son coordinadas según un plan o programa común regulado por una autoridad política superior; en otros casos a una política neoliberal o de mercado, que hace hincapié en una competencia imperfecta, que regula el mercado de una manera invisible y produciría los cambios necesarios en la economía sin regulaciones de ninguna clase.
El individuo, haciendo uso de su derecho a voto, puede elegir una forma u otra, de acuerdo al pensamiento del candidato o partido al que elija votar, y con eso puede resolver su problema de conciencia y estar satisfecho si gana lo que él a elegido, y así lo consiguiera, tampoco estaría resuelto todo, ya que tendrá que esperar cuando asuma, si pone en practica todo lo que prometió en su campaña proselitista, mientras tanto está resignado a esperar y a seguir soportando lo que la economía le está deparando en ese momento, por que ésta no para, es una cuestión de todos los días, y todos los días deberá resolver como solucionar sus ocasionales problemas económicos, que influencian notablemente sobre su vida y comportamiento social.
Entonces tenemos a un individuo que bien o mal, este de acuerdo o no, haya votado al candidato y al plan económico de sus sueños, que le va a resolver todos los problemas, y así hubiera ganado, no puede sentirse con la satisfacción que el derrame de la economía llegue hasta su hogar, en forma mágica e instantánea a resolver su economía doméstica, que tendrá que llevar adelante para alimentar, proteger, educar y darle una vivienda adecuada, a su familia, desarrollando todo tipo de actividades.
Deberá levantarse todos los días con trabajo o no, dispuesto a afrontar lo que le depara la economía. Podrá estar mejor o peor, pero de acuerdo a esa circunstancia su entorno social y su mismo desenvolvimiento, se verá afectado de una manera u otra, y sus reacciones podrán ser diversas, puede someterse calladamente a ellas soportando o disfrutando de su condición social, o salir a dar a conocer sus inquietudes, protestas, proyectos, ideas, etc. para que de alguna manera, se puedan ir corrigiendo, y aún, si se puede y se tiene influencias o poder económico o político, a modificar ciertas variables para que lo social se convierta en algo que se pueda disfrutar, vivir y una forma de resolver situaciones normales que a veces la economía no lo permite y afecta los sentimientos mas hondos de los lazos familiares y las relaciones personales que se ven prácticamente avasalladas, provocando situaciones insostenibles que perjudican el buen entendimiento entre las personas, con la que el individuo mantiene diaria y continuamente una relación de comunicación.
La problemática social que el individuo vive, como consecuencia del desarrollo de la economía, se debe a que no se ha sabido adaptar a la misma o que la misma no lo cobija, y pasa a ser un excluido social, y deja de tener la cobertura necesaria, que el Estado tiene la obligación de darle, pero que no alcanza a darle respuesta.
Por lo tanto, el individuo es una variable más, puede o no tener resultados positivos, pero no deja de ser un elemento más, que deberá adaptarse al juego materialista de los números, que solamente ve en cifras, quienes alcanzan o no el nivel de subsistencia mínima, o quienes son pobres o quienes dejan de serlo, de acuerdo al ingreso que pueda tener cada uno, sin entrar a observar más detenidamente a cada individuo y su problemática cotidiana.
La influencia de la economía sobre la actitud social del individuo, no va a depender entonces si la economía lo tiene en cuenta o no, sino de los resultados de ésta sobre su propia condición social, que puede llegar a favorecerlo o no, incluyéndolo o abortándolo porque no responde o no alcanza a cumplimentar los requisitos necesarios para poder quedar insertado en la misma.
El problema de la exclusión social se ha transformado en algo normal en la economía argentina, sometiendo a estos excluidos a la atención del Estado, a través de planes que de alguna manera pretende reinsertarlos al circuito económico, pero de una manera marginal y degradante que cada día va deteriorando más y más al individuo que se encuentra en ese estado, sometiéndolo a denigrantes actitudes y caer en circunstancias extremas que lo llevan a cometer delitos de toda índole (robos, secuestros, prostitución, comercialización de drogas, etc.) para poder subsistir.
La actitud social del individuo se va acomodando a su circunstancia económica, si está en la escala social alta, puede permitirse utilizar todas las variables económicas que están al alcance de todos, pero que la pueden utilizar solamente aquellos que alcanzan cierto nivel económico, y que corresponde a un 10 % de la población.
Los que le siguen en la pirámide, que podría llamarse una clase media alta también pueden alcanzar socialmente ciertos niveles, pudiendo cumplir con todas las obligaciones sociales que le impone el desenvolvimiento normal de cualquier familia (alimentación, educación, esparcimiento, cultura, etc.) logrando que sus hijos puedan desarrollarse normalmente.
Las restantes capas sociales, comienzan a tener problemas de subsistencia, por supuesto de mayor a menor, desde las clases media baja, baja y por supuesto, con mayores problemas la clase indigente, que cada día es mayor.
Como resultado nos encontramos que el 40% de la población se encuentra debajo de la línea de la pobreza, y que no encuentra soluciones inmediatas posibles, y su situación social se encuentra seriamente afectada, debido a que la economía le ha pegado muy duro durante muchos años, y a pesar de su recuperación, todavía no ha podido llegar en plenitud a los sectores más bajos de la población, por lo cuál la actitud del individuo es como de resignación ante una situación compleja y delicada que está resentida y que no logra dar soluciones inmediatas, comprometiendo seriamente su futuro y el de su familia.
A veces sin trabajo, y con un sustento muy bajo no logra satisfacer sus necesidades básicas más inmediatas, entonces, cae en un deterioro social lamentable, por decantación, sufriendo las consecuencias, sin poder resolverlas o resolviéndolas de una manera informal y delictuosa que agrava aún más su situación social.
Las soluciones pueden ser diversas, y diferir en el tiempo, según se ponga en funcionamiento tal o cual plan, pero la realidad existe y el individuo debe resolver su situación día a día, entonces su actitud es diversa, de acuerdo a como incida la economía en su bolsillo o en su entorno.
Algunas veces, toma una actitud de resistencia, tratando de luchar en forma incondicional, sorteando todas las dificultades de alguna manera u otra, saliendo a la calle a tratar de resolverla, en forma individual, de acuerdo a las herramientas que tiene en sus manos para poder lograr lo que pretende y al final del día conseguir algo más para él y los suyos.
Otras veces se manifiesta en forma de protesta, y cada día sale a la calle a protestar para conseguir algo que lo satisfaga, por lo menos que lo escuchen y vean su necesidad, buscando que la sociedad o el Estado, al ver su situación, dé alguna respuesta, aunque sea momentánea.
En otros casos, trata el individuo de agruparse con otras personas para lograr en forma asociativa lo que no puede lograr en forma individual, concretando proyectos, realizando emprendimientos válidos, tratando de progresar en forma conjunta y resolver así, sus problemas individuales o de familia.
Otros tratan de conseguir las cosas en forma informal y delictiva, porque creen que es la respuesta más inmediata para resolver su problemática social.
Sea como sea, el individuo nunca se queda quieto ante la incidencia de la economía en su situación social, ya sea en forma progresista, de protesta, asociativa, informal o delictiva, tiene que resolver su situación, y obtener un resultado, no siempre es positivo, pero está obligado a lograrlo, y día a día, deberá enfrentar el desafío para que su condición social no se estanque sino que progrese, siendo esta su finalidad esencial, aunque a veces no lo consiga.
No deja de ser una situación compleja, que debe resolver de acuerdo a la circunstancia económica que se le presente, como en juego de ajedrez, debe ir adelante en las jugadas para no caer en situaciones comprometidas que le pueden jugar una mala pasada, sin conocer demasiado de variables económicas, debe conseguir que las mismas jueguen a su favor para poder conseguir los resultados esperados.
No es fácil, ni todos pueden conseguirlo, pero hay una realidad, todos tratan de hacerlo, de alguna manera u otra, no dejan de intentarlo. El individuo es así, pelea con la economía hasta el final, a veces ganando a veces perdiendo, pero sin dejar de resignarse, porque sino sería imposible vivir, subsistir, existir o como le guste llamarlo, pero es así, porque el paso del tiempo es indefectible y con él la vida, y a ésta hay que mantenerla para no perderla, siendo una lucha conseguir las cosas necesarias para que esto ocurra.
No puede bajar los brazos, debe seguir intentándolo, sea como sea, esa lucha es diaria, cruel, despiadada, sin cuartel, sin condiciones, necesaria para la subsistencia mínima y normal de cada individuo.
En resumen, debo decir que la incidencia de la economía en la actitud social del individuo es total, no se puede desligar de ella, siempre lo estará presionando, para que de alguna u otra manera, logre resolver su condición para poder seguir adelante en un camino interminable, que lo obliga a no detener su andar, y a resolver todas las situaciones que se presentan a diario, malas o buenas, y lograr así los resultados esperados para que su vida tenga alguna razón de ser, y quienes lo rodean puedan encontrar satisfacción necesaria para poder desarrollarse en una sociedad que no da treguas, y económicamente exige resultados, más allá de lo que cada individuo puede lograr.